"Después de un tiempo sin escribir, hoy vuelvo a abrir
mi pequeño diario para contarte lo que estoy viendo hacer a mis padres y, a los
de otros compañeros. Para empezar tengo que decir que el mío me lleva a todos
los entrenamientos caminando. Cuando llegamos, él siempre va para la cantina
mientras yo voy con el resto de compañeros. Hasta ahí todo normal el problema
está cuando acaba el entreno.”
“Cuando acabo de entrenar voy en busca de mi padre para ir
juntos a casa, pero nunca lo encuentro por la grada sino en la cantina. Al
llegar a su lado lo veo con una cerveza en la mano, hablando con otra gente
mayor entre risas y yo diría que algo borracho. Entonces me dirijo a él y le
comento que ya he acabado y que ya podemos irnos. Mi padre al verme siempre me
repite lo mismo ¡Qué pronto acabaron hoy! ¡Ahora nos vamos deja que papi acabe
de hablar con este señor! Haga frío, llueva o este soleado, yo voy con mi ropa
empapada de sudor a sentarme a esperar a que mi padre decida irse. Por suerte,
tengo a un compañero con el que sentarme a hablar de nuestras cosas del cole,
del entrenamiento, de la actitud de nuestros padres,... ¿será casualidad que él
también se quede más tiempo porque su padre está con el mío en la cantina?”
“Pasado un tiempo le vuelvo a recordar a mi padre de irnos
ya, pero su escusa es siempre la misma, lo que esta vez me grita dejándome en
ridículo delante de toda la gente que está delante de nosotros. Lo peor es que
me alega de una forma que hace ver a los demás que el culpable de esa situación
soy yo por acabar de entrenar. Cuando me dice de irnos, le empiezo a comentar
si vio el golazo que me marqué o el regate que hice o el pase que di, cosa que
él siempre me responde ¿Tú hiciste eso? ¿Cómo pudiste hacer eso si tu compañero
es mejor que tú? Con cara de asombro.”
“A mí se me quitan las ganas de decirle más cosas y encaro
lo que queda de camino con bastante tristeza y escuchando a mi padre hablar
solo debido a su borrachera. Hay veces que, una vez llegado a casa, empiezo a
estornudar. Al oírme enseguida mi padre viene y malhumorado me comenta ¡Eso te
pasa por ponerte a coger frío! ¡Bien te tengo dicho que no cojas frío! Pero
esto no es todo, al llegar mi madre del trabajo, me pregunta cómo me fue y
cuando estoy dispuesto a contarle todos los regates que hice, los goles y los
pases que di, llega mi padre y le comenta ¡Mira que le tengo dicho que no coja
frío y no ha parado de estornudar! ¡Ahora que no se venga a quejar que le duele
la cabeza! Y cuando esperaba que mi madre me escuchara lo que le iba a decir,
se pone a alegarme por lo mismo que mi padre. Y yo pensando como estarían ahora
mis compañeros, los cuales se habían marchado nada más concluir el entreno.”
“Ya cuando llega los partidos ocurre más de lo mismo. En el
fútbol nos dice el entrenador que jugamos como entrenamos en la semana, pues
con mi padre es igual. Igual que en los entrenos va a emborracharse, cuando
llegamos a un partido dónde juego yo él se dirige a la cantina y no sale hasta
que nos vamos, o si sale es con el vaso en la mano.”
“Sin ir más lejos, hace dos semanas ganamos uno a cero
gracias a un gol mío. No hace falta describir cómo me encontraba al finalizar
el partido. Con toda mi ilusión salí de la caseta y los comentarios que iba
recibiendo de algunos de los padres de otros compañeros me iban llenando
todavía más de ilusión, pero no veía la hora de llegar a mis padres y darles un
abrazo. Al llegar a mi madre, me dio un beso y las felicidades, pero quería ver
a mi padre. Primero le pregunté a mi madre donde estaba él porque no lo
encontraba, a lo que ella me respondió ¿Dónde va a estar? En la cantina. Le
dejé la mochila a mi madre y fui corriendo a por él. Al llegar a su posición
estaba dentro con un vaso en la mano, como es habitual. Al verlo le grité
¡Papi! ¿Viste el gol que metí? A lo que él me responde ¿Marcaste? ¡No me creo
yo eso! ¿Cómo quedaron? Al ver que mi padre no había visto nada de mi partido
me vine abajo y me fui a casa pensando en todas esas muestras de cariño que me
habían dado los padres de mis compañeros.”
“La semana pasada volvimos a jugar y mi padre, antes del
partido, me comentó que hoy iba a ver el partido a ver si marcaba otro gol, que
quería verlo. Con toda mi ilusión del mundo jugué ese partido pero no tuve la
suerte de poder marcar, aunque ganamos. En este partido estuve pendiente de la
posición de mi padre durante todo el encuentro. Al principio empezó sentado de
forma tranquila con el vaso en la mano pero a medida que fue transcurriendo el
partido, él iba cambiando. Cuando entré en la segunda parte tuve una
oportunidad de marcar, pero mi disparo salió rozando el palo. En ese momento
pude oír al entrenador y a algunos de la grada gritando ¡Bien, a la siguiente
la metes! ¡Qué buena! En cambio pude distinguir la voz de mi padre entre tanto
griterío ¡Pero muchacho, aprende a tirar! Comentándolo entre risas. Otro
partido más que me iba a casa pensando en los ánimos dados por los padres de
mis compañeros.”
“Después de contarte estas situaciones, querido diario, te
quiero confesar un secreto. Todas las noches rezo para que mi padre algún día
cambie y sea como los padres de los demás ¡Cuánto daría porque mi padre me
diera una muestra de ánimo sin tener que recurrir a su borrachera! ¡Cuánto
daría porque mi madre se diera cuenta de la situación y al llegar de los
entrenos no me alegara a mí! Aunque ahora pensándolo mejor, ¿Quizás sea yo el
que soy un niño muy exigente? Lo que tengo claro viendo el ejemplo que me da mi
padre y mi madre, cuando sea mayor, sino soy futbolista quiero ser
cantinero"
Por favor seamos conscientes del ejemplo que les damos a
nuestros hijos cuando los acompañamos al fútbol. Utilicemos las cantinas como
un lugar para disfrutar en los descansos de los partidos o para tomarse algo
sano al iniciar o finalizar los entrenamientos. No es nada bueno que el niño
vea que sus padres van al campo y beben o se emborrachan, o fuman o se drogan.
Demos el ejemplo de ser personas sanas y darles toda nuestra atención, sino
¿Qué será de ellos? ¿Ustedes creen que, con ese ejemplo que les acabo de poner,
ese niño llegará a algo? ¿Y verdad que nosotros buscamos lo mejor en ellos?
Ayoze Rguez
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