“Querido diario hoy quiero relatarte los maravillosos y
estupendos padres que tengo. Me siento muy orgulloso de ellos, sobre todo de mi
padre, que lo tengo como mi referente futbolístico. Les cuento que mi padre fue
un gran jugador de fútbol, aunque nunca llegó a jugar en categorías nacionales.
Esto no lo comprendo, porque es tanto lo que él me cuenta sobre las cosas que
llegó a hacer (¡Hijo, tienes que aprender de tu padre que con tu edad marcó 100
goles en un año! ¡Con quince años ya estaba jugando con los juveniles y
partiéndole la cintura con mis regates a todo el que me venía a quitar el
balón! ¡No había nadie que me quitara el balón!), que no me explico porque
nunca jugó en el Madrid o el Barcelona. ¡Si parecía que era tan bueno como lo
es Messi o Cristiano R!”
“Otra cosa que me gusta de mis padres es ver que cuento con
su apoyo desde la grada en cada entrenamiento. Me gusta que siempre vayamos
juntos porque luego mi padre, sobre todo, me dice las cosas que se han hecho
bien y mal. Por ejemplo, él me suele comentar: ¡No sé porque se ponen a jugar
tanto con el balón si en el fútbol está todo inventado! ¡El fútbol es correr y
correr! Te vi jugando el partidillo y no regateas ni a un cono, ¡a mí no sales!
¡Mira que te digo mil veces como lo tienes que hacer y nunca lo haces! ¡Así no
vas a llegar lejos! Como ya dije, me gusta que mi padre me comente lo que hago
mal porque así aprendo de un jugador tan bueno como él y como yo quiero seguir
sus pasos...”
“Ya en los partidos es diferente. Al dirigirnos los tres
para casa los comentarios que recibo por parte de mi madre y mi padre son
diferentes. En esta ocasión ella es la que más habla. Sus palabras casi siempre
son: ¿Por qué pitó aquella falta si estabas solo ante el portero? ¡Qué malo era
el árbitro! ¿Por qué jugaste tan poco o mucho (dependiendo)? Cada vez que mi
madre me hace la pregunta del árbitro le respondo entre risas Mami, ¿será
posible que después de tantos años yendo al fútbol no sepas lo que es un fuera
de juego? Sobre el entrenador lo que le digo es que él es el que decide y sabe,
a lo que me responde mi padre: ¡Qué diantres va a saber él! ¡Cuando yo jugaba no pasaba eso! A eso le siguen una serie de comentarios reprochándome mi juego
y repitiéndome lo que debería hacer según su experiencia. Toda la conversación
acaba con unas palabras de mi padre a lo que nunca se que contestarle: Ya no
existen jugadores como los que habían antes"
Por favor, no pretendamos inculcar lo que a nosotros nos han enseñado porque, primero, los tiempos han cambiado y todo se hace de diferente forma que antaño; y segundo, ¿es nuestro modelo el mejor para nuestro hijo? ¿Quién nos asegura que estamos dándole la mejor educación y formación para que pueda llegar lejos? NO convirtamos a nuestros hijos en lo que nosotros siempre quisimos pero nunca pudimos. Y antes de opinar sobre algo, siempre lo mejor es informarse primero.
Ayoze Rguez
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