“Querido diario, hoy vengo a
relatar lo que me lleva pasando toda la temporada. No sé si mi entrenador será
titulado o no, pero lo cierto es que no estoy muy contento con su forma de
entrenar.”
“Los lunes, después del partido,
siempre va uno por uno diciendo lo que hicimos bien y lo que no. En mi caso, a
principios de temporada, empezó diciéndome que lo hacía bien pero que lo que me
salía mal eran los pases en largo. A mediado que iba avanzando la temporada el
discurso de los lunes era siempre el mismo, lo único que cambiaba era el
contenido de lo que hacía mal. Ya eran tantos los errores que cometía que antes
de los partidos pensaba en todos ellos para no volver a fallarle. ¡Tenía ganas
de que llegara el lunes y me dijese “lo has hecho bien”!”
“Con esas ganas y nervios afronté
el encuentro del domingo pasado. Todo transcurría bien hasta que fallé mi
primer pase en largo que di. El entrenador me recriminó la acción a viva voz y
repitiéndolo dos veces. Empecé a notar que me faltaba el aire, que mi cuerpo no
respondía. Seguí jugando pensando que era algo pasajero pero todo fue a peor.
Cada vez que me llegaba el balón fallaba, ya fuese en el pase o en el propio
control. Por suerte llegó el descanso y le dije al entrenador que no podía
seguir porque me encontraba mal. Sus primeras palabras fueron “¿Cómo que estás
mal? ¡Deja de quejarte que eso no es nada!” Pues no me quedó otra que seguir
jugando, aunque el entrenador me cambió al poco de empezar la segunda parte
porque seguía fallando y él no hacía sino alegar. Al terminar el choque le
conté cómo me sentía a mis padres, los cuales optaron por llevarme al médico.
Allí y después de relatarle los hechos, el doctor me dijo que lo que tenía era
un ataque de ansiedad. Recuerdo que el médico me pregunto si tenía algún tipo
de preocupación a lo que le respondí “Es que en el fútbol, ¿Hago algo bien? ¡El
entrenador sólo me dice todo lo que hago mal!””
Entrenadores, cuando a un NIÑO se
le dice cómo le ha salido un partido o sus errores, ¡hay que decirle lo que
exactamente hace bien! No puede ser todo negativo. Este caso se puede ver en
los trabajos, sólo cambien al niño por cualquiera de nosotros y vuelva a leer la
historia. No los presionemos diciéndole sólo lo que hacen mal, eso conllevaría
a que se sientan inútiles. Y hacerle ver a un niño que no vale… ¡ES UN NIÑO!
Ayoze Rguez
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